Puñeteras luces navideñas

Despilfarro exagerado de luces navideñas en ciudades que compiten oscenamente por captar la atención de ciudadanos superficiales.—¿Cómo es que no quieres venir al centro a ver las luces navideñas? —pregunta con la expresión como si me viera, en directo, cometer un crimen.

—No es que no me gusten… Sencillamente, no puedo separar la estética de la ética —contesta de forma que pudiera parecer pedante aunque en realidad lo que pretende es medir el grado de interés de su interlocutor.

—Sigo sin entenderte —exhala como un suspiro—. ¿Eh?

—Yo sí te entiendo. Las luces son bonitas. No lo niego. Cambian la estética de un puñado de calles y es, en cierta forma, novedoso, porque ocurre una vez al año. Bueno…, en realidad, no es tan original. Ponen luces también por Carnaval y, por supuesto, cuando llega la semana de fiestas. Los que disfrutáis con las luces contáis con varios meses al año. Los que amamos la oscuridad no tenemos ni un día para ver la Vía Láctea sin tener que irnos a la Luna.

—Es verdad. Cada vez tenemos más luces y más épocas de luces. Son muy bonitas y, ¡oye! ¡Son led, que gastan menos!

—No digo que sean feas. Lo que quiero resaltar es que es un gasto de energía y de dinero, además de la contaminación lumínica y atmosférica. Yo no puedo olvidar que nuestra casa está en llamas. Y por cierto…, es verdad que esas bombillas de diodos led consumen menos. Precisamente con esa excusa, ahora se ponen más. Y encima, su contaminación lumínica es superior. Es decir, que los led navideños representan pocas mejoras en la práctica.

—Acepto lo de la contaminación lumínica. Ya sé que molesta a la fauna. Pero ¿el aire? Los led no contaminan el aire.

—¿No? Los led producen hasta residuos radiactivos. ¿Cómo se produce la electricidad si no es, en buena parte, con centrales contaminantes?

—Cada día hay más energía renovable. Ya sabes…

—Renovable sí. Sostenible es otra cosa. En todo caso, no olvides que nunca conseguiremos que toda nuestra energía sea renovable con este nivel de consumo. Sencillamente es imposible. No hay materiales en el planeta para tantos paneles solares o molinos eólicos como nos gustaría. Y si los hubiera, los daños ambientales serían inmensos. ¡Ni te imaginas los millones de aves y murciélagos que mueren en los molinos eólicos! ¿Sabías que están quitando campos de cultivo para poner paneles solares? Arrancan olivos, viñas… Y todo eso…, en serio…, yo también lo veo cuando miro las luces navideñas. No puedo evitarlo.

—Yo creo que la iluminación trae la Navidad.

—Pues los vecinos del centro están hartos de tantas luces por la noche. Claro, que ya apenas hay vecinos en el centro, porque los han echado por la gentrificación, la turistificación… ¡Y con los precios por las nubes!

—Los comerciantes dicen que las luces alegran a las personas y las animan a comprar. Es bueno para la economía. Y no me vengas con el rollo del consumismo.

—Ya, ya… Comprar es bueno para la economía: sube el PIB, compres lo que compres. Ahora bien, el consumo responsable es otra cosa. Comprar en exceso, cosas de usar y tirar…, nunca es responsable, y comprar sin mirar los daños ambientales, tampoco. Las cosas son como son, aunque duela decirlas. Lo siento.

—Si fuera por ti, hundirías la economía de la ciudad. Entiéndelo. Las tiendas del centro necesitan hacer negocio.

—Si te fijas, las calles principales, en donde han puesto más luces, están repletas de franquicias de multinacionales. Antes había negocios locales, pequeñas tiendas, y el dinero se quedaba aquí, se repartía aquí. Ahora no. Comprar en esas tiendas hace que el dinero se concentre en menos manos y lejos, muy lejos de la ciudad. Esas multinacionales del centro son culpables de cerrar tiendas por toda la ciudad. Y encima, en Navidad, las luces quitan más clientes a las tiendas de la periferia. Primark se ha cargado las pequeñas tiendas de ropa. Toysarás acabó con las jugueterías. Leroy Mago Merlín ha conseguido que cierren muchas ferreterías. Me han contado que Estarbaks, con sus precios de apertura, consigue cerrar por arte de magia las pequeñas cafeterías allí donde llega…, y luego, cuando se ha quedado con el negocio, sube los precios de su café plastificado. Da igual. Pequeñas tiendas no pueden competir en precios con grandes corporaciones, ni con sus exuberantes campañas de publicidad. Y menos, mientras contaminar y arrasar el planeta sea gratis. Eso es lo que realmente se les da bien a esas marcas del centro que brillan con leds de dinero público. Para mí…, las luces navideñas y la publicidad oscurecen la naturaleza.

—Te pasas de pesimista.

—Ojalá tuvieras razón. Pero por si acaso te equivocaras, merece la pena ahorrar. Nos jugamos el colapso de nuestra forma de vida. El partido está terminando y vamos perdiendo. Podemos remontar si no perdemos energía mirando bonitas luces de colores.

—Lo mejor será cerrar la Navidad. ¿No?

—Podríamos hacer algo mejor. Entender la Navidad de otra forma. ¿Tú crees que a Jesús le gustaría gastar millones en lucecitas? ¿O preferiría regalarlo a los pobres?

—¿Qué Jesús? ¿Jesús Gil?

—Me refiero a otro Jesús.

—No creo que lo conozca.

—Yo tampoco lo creo… Y por eso digo: puñeteras luces navideñas.

—¡No hay necesidad de hablar así! Ja, ja… —exclama entre risas.

—Según el diccionario de la RAE, «puñetero» significa molesto, fastidioso. Por desgracia, el adjetivo encaja perfectamente con la iluminación navideña.

♣ Más sobre la Navidad:

Blogsostenible, un blog muy ecológico

 

11 comentarios sobre “Puñeteras luces navideñas

  1. […] Cuando se enteró mi madre de que gastaba dinero en regalos para Sofía, me gritó que mejor sería guardarlo porque vendrían tiempos malos. Mi padre asintió al fondo del pasillo. Nadie lo sabía mejor que yo mismo. El trabajo de jardinero me había permitido vivir una semana de colores vivos. Al terminarlo, todo volvía a ser de tristes grises, aunque el ayuntamiento hubiera puesto más luces navideñas que nunca. Lo siento, pero odio las luces navideñas. […]

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