4 microrrelatos ecologistas en Parques Nacionales de España

1. Monfragüe

El abuelo y su nieto paseaban junto al río Tiétar. El primero intentaba educar al joven explicándole la importancia del lugar en el que estaban:

—El Parque Nacional de Monfragüe es una maravilla natural. Hay mucha riqueza de fauna y flora. Por ejemplo, hay venados, jabalíes, conejos, jinetas, tejones, zorros…

—¡Claro que sí abuelo! —exclamó el joven—. También hay encinas, alcornoques, madroños, jaras y brezos. Y aquí viven también varias especies de ranas y culebras, además de tritones, salamandras, nutrias y muchas otras especies.

—Es una pena que en el Parque Nacional no se pueda cazar.

—¡Abuelo —protestó el chaval—. Precisamente no se puede cazar porque queremos conservar la biodiversidad.

—La caza es parte de la vida.

—No, abuelo. Eso era antes o lo que se pensaba antes. Ahora sabemos que la caza solo desequilibra los ecosistemas. La naturaleza no necesita a los humanos. Es justo al revés.

2. Doñana

Sentado en el capó de su coche un hombre hablaba con su hijo:

—Los ecologistas quieren que abandone mis cultivos de fresas y frutos rojos porque dicen que robo mucha agua, pero el agua es pública.

—Los ecologistas dicen que son cultivos ilegales —añadió el joven.

—Sí, porque las leyes están mal hechas. El agua está en el subsuelo y no pasa nada por tomar una poca.

—Papá, pero es que hay miles de pozos ilegales…

—Pero los patos de Doñana tienen agua de sobra.

—¿Y si alguien te quitara el agua a ti? ¿Cómo te sentirías?

♦ Nota: Más información sobre las agresiones al Parque Nacional de Doñana.

3. Sierra Nevada

El sendero era sinuoso y estrecho, como deben ser todos los senderos; el aire limpio y fresco, como debiera ser en todos los sitios. El grupo caminaba cuesta arriba. Solo escuchábamos el viento y nuestras pisadas. Justo junto al sendero crecía una planta de diminutas flores blancas dispuestas en umbellas esféricas. Varias de esas inflorescencias invadían tímidamente nuestro paso y, sin querer, estuve a punto de pisarla. Para evitarlo di un traspiés y por poco me caigo aplastado por el cansancio y por el peso de mi mochila. Mi compañero, que iba detrás mía, no me preguntó si estaba bien. Se limitó a decir:

—Acabas de salvar una de las plantas más amenazadas del planeta. Es un Laserpitium longiradium, una especie endémica de Sierra Nevada, protegida y en peligro crítico de extinción. Desaparecerá para siempre si no lo evitamos, y no estamos haciendo lo suficiente para evitarlo.

4. Las Tablas de Daimiel

El cambio era evidente. Años atrás estaba todo seco, amarillo y el suelo de barro cuarteado. Ahora estaban las lagunas con agua, las plantas verdes y se veían todo tipo de aves acuáticas, como garzas, martines pescadores, aguiluchos, ánades reales y muchas más de cuyo nombre no quiero acordarme. Por la pasarela de madera caminábamos varios grupos de entusiastas.

—¿Qué ha pasado en estos años? —pregunté con curiosidad.

—La sobreexplotación del agua había dejado seco el parque —contestó alguien que por allí pasaba—. El gobierno compró fincas para gestionar mejor el agua. También ahora los agricultores gastan menos agua y el parque tiene futuro.

—Cuando se quieren hacer las cosas bien, se puede. Siempre se puede.

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