Soneto de un asesinato

Los cazadores matan a muchos de sus perros cuando no les sirven

Su cadáver apareció colgando de un sauce hermoso.
Una cuerda raída oprimía su cuello delgado.
Desnudo mostraba sus costillas; era algo espantoso.
Desgarrado, el cuerpo herido se balanceaba colgado.

 ¿Quién pudo hacer algo así tan monstruoso?
Era joven y alegre, jocoso y nervioso, fiel y educado.
¿Quién pudo hacer algo tan horroroso?
Por la mañana lo vi jugando y parecía bien amado.

Lo bajamos con cariño, pero fue algo angustioso.
El culpable ha de pagar por la vida que ha acabado.
Hasta el árbol lloró al enterrar un ser tan amoroso.

Descubrimos al culpable con su escopeta encantado.
Un cazador que solo ama su vida, alguien peligroso.
Por un galgo ahorcado hoy mismo será denunciado.

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