Consigue estrellas verdes para ser mejor ecologista

¿Por qué dormir al raso o vivaquear?Teníamos unos 20 años y era verano en Granada. Mi amigo Juande me propuso la descabellada idea de ir en bicicleta a la playa de Almuñécar y, de paso, visitar a un colega que vivía allí. Desde Granada eran unos 80 kilómetros por la carretera llamada «de la Cabra». Pensamos que ir a la playa sería casi todo «cuesta abajo». En Almuñécar dormiríamos en la playa y luego nos volveríamos en autobús. Solo necesitábamos dos cosas en nuestro equipaje: bañador y toalla.

Mi bicicleta era de piñón fijo y calculamos mal la duración del viaje. La noche nos sorprendió en plena sierra de Almijara. Era verano y dormir fresquitos no nos asustó. Esa fue mi primera noche al raso, en medio del campo. Luego, pasamos al menos otra más en la playa. Tal vez fueron más.

Recuerdo que solo llevábamos de ropa lo puesto: bañador y camiseta. Imaginad cómo me sentí cuando se me rompió el bañador… tuvimos que ir a casa de nuestro amigo almuñequero a pedirle aguja e hilo. Ni se me pasó por la cabeza comprar un bañador mientras ese pudiera arreglarlo.

La experiencia de vivaquear, dormir a cielo descubierto, sin ni siquiera tienda de campaña, nos gustó. De hecho, pocos años más tarde leí en una revista dominical las maravillas de la región de Las Hurdes, en el norte de Extremadura, y nos propusimos descubrir y patear la zona.

Corría el año 1992 y un grupo de amigos fuimos a ver la exposición universal de Sevilla, la famosa Expo’92. Tras la visita, todos nuestros amigos se volvieron a Granada, pero Juande y yo pasamos la noche en la estación de autobuses de Sevilla y tomamos el siguiente autobús que nos acercó a Plasencia. De esa ciudad solo recuerdo una pintada en una plaza con arcos: «Imagina que hay una guerra y no vamos nadie«.

Tampoco recuerdo mucho de nuestro viaje por Las Hurdes, pero es imposible olvidar que dormíamos donde la noche nos pillara, en el campo o en la puerta de un chalet deshabitado. Recorrimos los pueblecitos andando, o raramente haciendo autostop. Nos encantaron sus gentes y sus casas enteramente de pizarra. Lo mejor del viaje fue, sin duda, la visita al pueblo abandonado de Granadilla, subir a su torre y bañarse en el pantano de Gabriel y Galán.

Sin pretenderlo directamente, aprendimos una valiosa lección: para dormir no se necesita cama, ni hotel, ni gastar un céntimo. Dormir es gratis y viajar es muy barato.

Vivaquear tiene una segunda lección aún mejor

Dormir a la intemperie no es peligroso si se toman unas precauciones mínimas. Estamos tan acostumbrados a la «seguridad» de nuestras casas de ladrillo que nos aterra lo desconocido. Pero lo que hay fuera de nuestras casas, fuera de nuestras ciudades, es simplemente la Naturaleza, es la realidad natural, sin demasiados artificios. Hoy día es difícil encontrar un lugar en el que no se note la mano del hombre, pero acercarse a la naturaleza tiene inmensos beneficios demostrados por la ciencia.

Años después de la aventura en Las Hurdes me fui tímidamente «enganchando» a la sensación de contacto con la naturaleza que te ofrece pasar la noche fuera de las ciudades y lejos de las carreteras. Noté que estar en soledad tiene un valor añadido. El Camino de Santiago también es «culpable» de promover tanto la reflexión en soledad como el caminar tranquilo y el dormir sin lujos.

Dormir en tienda de campaña, en un camping, te permite conectar con la naturaleza, pero dormir al aire libre, sin tienda, te permite fundirte con la Naturaleza; te acerca al sentimiento (o conocimiento) simple de que somos un ser vivo más; te permite sentir un poco la humildad de ser solo uno más. Ese contacto con la Naturaleza puede ser hasta adictivo pero, sin duda, es un contacto que hay que probar, vivir y revivir, para que cada uno extraiga sus propias lecciones. Más que lecciones, experiencias. A esas vivencias las llamo estrellas verdes.

¿Qué es una estrella verde? ¿Qué requisitos tiene?

Una estrella verde es una experiencia ecológica de contacto cnoson la naturaleza con estos requisitos mínimos:

  1. Tener una estrella verde indica que has vivido experiencias de contacto con la naturaleza.Abandonar la seguridad de cualquier construcción al menos 24 horas, incluyendo desde que se pone el sol hasta que amanece.
  2. Debe caminarse entre dos localidades distintas, pasando la noche en el trayecto sin tienda de campaña y en un lugar lo más natural posible.
  3. No se puede gastar dinero (salvo para el transporte de ida y vuelta).
  4. Debe comportarse de forma respetuosa y ecológica. Esto incluye no dañar a ningún animal, ni planta, salvo en defensa propia.
  5. Debe hacerse en soledad (si es posible), en silencio y haciendo el mínimo uso de tecnologías.

Obviamente, los requisitos son tan estrictos como cada uno quiera, pero no vale hacerse muchas trampas a uno mismo. Es un juego, un juego serio.

¿Por qué estos cinco requisitos?

El primer requisito permite que pase suficiente tiempo para que la experiencia tenga algo de sentido. De hecho, lo ideal es alargar más la experiencia, pero tampoco queremos dificultar el conseguir una estrella verde. Incluir una noche completa es importante para percibir todas las sensaciones de la noche en la Naturaleza, sentir el anochecer y el amanecer. Hay que elegir bien el lugar. Las llanuras del Serengueti no es el mejor lugar para esto. Escoge épocas y zonas sin peligros y sin frío o calor extremos. Si tienes dudas, busca en internet y no te arriesgues. No se busca una experiencia de supervivencia, ni nada que arriesgue la vida.

El segundo requisito es importante porque nos obliga a salir de nuestra ciudad. Podemos ir andando de nuestra ciudad a otra cercana, pero no vale salir y llegar a nuestra misma ciudad. Podría aceptarse una ruta circular, pero es importante percibir que podemos viajar sin necesidad de medios de transporte mecánicos. Ni siquiera la bicicleta la consideramos, porque andar es el medio de transporte natural del ser humano. El requisito de ir a otro pueblo es para fomentar el transporte público, o bien, para andar más si decidimos hacer el camino de vuelta también andando. El requisito de que sea sin tienda de campaña es importante. Primero porque acampar está prohibido en muchos lugares naturales, pero también porque una tienda de campaña te separa de la Naturaleza y esta experiencia pretende quitar barreras. Tampoco hay que dormir «desnudos». Más abajo daremos algunas sugerencias, pero una estrella verde no es una experiencia de «acampada libre».

El tercer requisito es básico. No se puede gastar dinero mientras se consigue una estrella verde, porque no hay nada más anti-ecológico que comprar. Por supuesto, depende de lo que se compre. No es lo mismo comprar pan que un anillo de oro, pero la experiencia de conseguir una estrella verde no permite comprar nada. Lo que necesites comprar, puedes comprarlo antes (o después). Es un requisito que nos obliga a pensar y repensar nuestras compras y a tomar (algo de) conciencia del gran favor que hacemos al planeta cuando no compramos nada. Esta norma tiene la excepción del billete de transporte, porque el punto de salida y llegada no pueden ser ambos nuestra propia localidad de residencia. En la medida de lo posible, se aconseja no ir ni volver usando coche, pues es un medio de transporte altamente contaminante (no importa que sea eléctrico o que pensemos que el coche que vamos a emplear es ecológico: no lo es).

El cuarto requisito es obvio en esta experiencia. Se trata de conectar con la naturaleza y no de dañarla. La caza está totalmente prohibida, especialmente con armas de fuego. De hecho, se aconseja que toda la comida que llevemos sea estrictamente vegana y fría. Hacer fuego es muy peligroso. Podemos recolectar frutas o semillas para comer, pero no arrancar hojas o flores sin motivo. Tampoco debemos llevarnos nada natural a nuestra casa (ni una piedra, ni un insecto…). Por supuesto, no podemos dejar basura, especialmente plásticos o metales (ni un tapón). Podemos dejar restos biodegradables, pero escondiéndolos y suficientemente alejados de caminos, senderos o lugares de paso. Sería estupendo aprovechar la caminata para recoger algo de basura, si la hay. Aunque sea poco, recoger algo incrementa el valor de la experiencia. Yo suelo recoger tapones de plástico para donarlos a alguna causa benéfica.

El quinto requisito puede resultar extraño y con intención de fastidiar pero es más importante de lo que pueda parecer. Nuestra sociedad desprecia y ridiculiza la soledad. Pero la soledad ayuda a encontrarse con uno mismo, a crecer, a entenderse, a soportarse y a ver la realidad desde otro ángulo. Siempre estamos con nosotros y no es posible huir de eso. Además, al final siempre estaremos solos. Aprender a soportar la soledad no puede ser malo. La soledad ha sido alabada por los ascetas desde antiguo. Si la soledad no nos asusta, conseguir una estrella verde planteará otros retos, o será una oportunidad para alcanzar otras metas (autoconocimiento, meditación, contacto y conocimiento de la Naturaleza…). Durante la experiencia de estrella verde se puede hablar y usar el teléfono y el GPS, pero lo ideal es no hacerlo. Valerse por sí mismo, o intentarlo, es parte de la gracia de las estrellas verdes. Desconectar de las redes sociales también es muy recomendable.

Podemos plantearnos esta experiencia como una jornada de reflexión trascendente sobre la propia vida y sobre cómo mejorar nuestra relación con todo. También podemos plantear el viaje para reflexionar sobre algún problema particular que tengamos, cuando la vida cotidiana no nos ofrezca la tranquilidad ni el tiempo para ello. La naturaleza nos inspirará.

Hay gente que tiene más miedo a la soledad que a la Naturaleza salvaje. Para otra gente será lo inverso. La estrella verde será una oportunidad para vencer esos miedos.

¿Qué podemos esperar de cada estrella verde?

Lo mejor es no esperar nada. Si esperas algo grande, te defraudarás. Pasa continuamente. Si eres capaz de no esperar nada, el milagro tal vez ocurra. No será un milagro clásico, sino el milagro de la sencillez, el milagro de entender que «menos es más«. Sencillamente, ábrete a la experiencia e intenta mantener al máximo tu capacidad de observación. Eso es todo.

Al andar, verás el trabajo incansable de abejas y hormigas. Es importante estar atento para no pisar a los insectos que caminan en su entorno, a su ritmo, en su casa. Esta es una de las razones por las que, para esto, no sirve ir en bicicleta. En bicicleta no vas a dar un saltito para no pisar una hilera de hormigas que se cruce en tu camino. La velocidad de la bicicleta es ya demasiado elevada para la lenta experiencia que aquí buscamos. Por supuesto, la bicicleta tiene muchas ventajas y eso no lo vamos a negar, pero para nuestro objetivo, la velocidad de paso es importante. Sobra decir que no se puede ir encima de un caballo, ni de un león, ni de ninguna forma que implique esclavizar a un animal. Sí, montar a caballo es esclavizar a un animal. Aunque se puede ir acompañado de algún animal, lo mejor es no hacerlo, porque buscamos la conexión con lo desconocido. Lo conocido ya lo tenemos el resto de días.

Por todo lo dicho, está claro que no se puede viajar en avión, ni aunque ya estemos en nuestro destino de turismo. Viajar en avión contamina mucho. Contamina hasta tal punto que cualquier cosa «ecológica» que hagamos en ese viaje estará «contaminada». Lo mejor es viajar en autobús o en tren, o incluso salir y volver andando de casa: podríamos conseguir dos estrellas verdes (una de ida y otra de vuelta).

Encuentra tu velocidad. Cada uno tiene que encontrar su velocidad y para eso ir en compañía no ayuda. Cuando vayas en grupo por el campo, intentad hablar bajo para no perderse los sonidos de la naturaleza. Cuando vas solo descubres lo alto que hablan los grupos con los que te cruzas en el camino. Cuando vas solo puedes pararte a mirar y admirar todo el tiempo que quieras. Cuando vas solo puedes escuchar mejor a las aves, los insectos y el viento en las hojas de los árboles. Cuando vas solo, el silencio te permite ver fauna que huye ante el ruido del ser humano. Cuando vas solo tienes, tal vez, que vencer al aburrimiento. ¿Quién ganará la partida?

La experiencia de estrella verde no es para pasarlo bien, pero no es malo divertirse. Si te aburres, si te duelen los pies, si pasas calor o frío, si te pican los mosquitos, si tienes hambre o sed… entonces, estás entendiendo el valor de tu estrella verde. Si abandonas ante el primer contratiempo o ante la primera dificultad, la estrella verde ya te ha enseñado algo, incluso aunque no la consigas.

Intenta seguir y fijarte en el ritmo de la naturaleza. Observa que al anochecer se oyen otros sonidos y tal vez te sea fácil ver o escuchar animales nocturnos (buhos, murciélagos, grillos…). Tumbado en el campo seguramente verás más estrellas de las que ves cotidianamente. Si estás cerca de una ciudad te llegará la contaminación lumínica que despide: por la zona donde está la ciudad se ven menos estrellas en el cielo que por la zona opuesta. De día, nos fijamos en los colores y texturas de los árboles, en sus hojas, tronco o ramas. En cambio, de noche, nos fijamos en su silueta. Verás qué fácil es descubrir la especie del árbol viendo solo su silueta.

Si pretendes conseguir varias estrellas verdes, intenta cambiar la ruta y el lugar de dormir para evitar rutinas. Puedes repetir lo que quieras, pero si repites mucho estarás manteniéndote en tu zona de confort, y precisamente la experiencia de estrella verde pretende sacarte de ella.

Con varias estrellas verdes conseguidas, tomarás conciencia de que puedes dormir en hoteles de cinco estrellas, pero también en la naturaleza, un hotel con mil estrellas.

¿Cómo preparar tu experiencia de estrella verde?

Lo primero es asegurarnos de que se puede vivaquear en la zona a la que vamos. Normalmente en el campo o playa está prohibido acampar, pero no está prohibido dormir. Por si acaso, asegúrate primero. En todo caso, siempre podemos decir que nos sorprendió la noche y que nosotros siempre vamos preparados con lo básico, por si acaso. Como no llevas tienda de campaña, no te pueden acusar de acampar.

Vamos a dar algunas sugerencias sencillas para facilitar las estrellas verdes, por si pudieran ser de utilidad para alguien:

  • Cosas «imprescindibles» que llevar: Aunque no hay nada imprescindible, hay algunas cosas que son de gran importancia, tales como:
    1. Comida y agua: No olvides llevar fruta y frutos secos. Puede ser complicado planificar cuánta agua llevar. Nuestro consejo es un mínimo de 3 litros en verano por cada estrella verde. Por supuesto, si en la ruta hay fuentes o no hace calor, ni hay cuestas, se puede llevar menos agua. En general, es mejor no llevar mucha comida, sobre todo si conocemos bien la zona, pues es peso innecesario. Si pasamos hambre, eso será parte de la experiencia.
    2. Chubasquero o poncho: Si llueve o hace frío es bueno tener a mano algo ligero que podamos usar.
    3. Esterilla y saco de dormir: Una esterilla de goma espuma es más práctica que el saco (si no hace frío).
    4. Lona o toldo: Una lona de 3×2 metros aproximadamente puede ser útil para protegerse de la lluvia y los insectos. Puedes usarla para envolver la esterilla y meterte dentro. Esto es una forma rápida de fabricar una pseudotienda. Puedes atar la parte de arriba a una rama de árbol para que se mantenga en pie, simulando una especie de tienda de campaña.
    5. Mapa de la zona y brújula: Es lo mejor para orientarse. Recuerda intentar no usar GPS. Intenta que el mapa sea detallado y con curvas de nivel para saber la inclinación del terreno. Si no sabes leer un mapa, pide a alguien que te enseñe, pues es muy sencillo. Si conoces bien la zona, esto sobra, pero te recomendamos elegir un recorrido que no conozcas bien.
    6. Teléfono: Puedes llevar también una batería externa para recargarlo y el cargador (por si acaso), pero recuerda que no debes usarlo mucho. Hacer fotos sí está permitido.
    7. Linterna: No vale la del teléfono móvil, para evitar gastar su batería. Intenta que sea una linterna sin pilas (de recarga manual con una dinamo). Así estarás seguro de que no se te van a gastar las pilas. Las pilas siempre se gastan, y son siempre muy contaminantes.
    8. Bastón: Un bastón para caminar por el campo es muy práctico. No solo hace que los pies descansen, sino que evita caídas y torceduras. Debes usarlo apretando el suelo un poco en cada paso. Cambia de mano para ejercitar las dos. La madera es más ecológica que el metal. Si no tienes, siempre puedes buscar un palo en el campo (y lijarlo un poco cuando puedas).
    9. Toalla: Una toalla es bastante socorrida en muchos casos, tanto para bañarse como para protegerse del frío o de la lluvia. También se puede llevar un trapo o pañuelo, pero la toalla también podrá servir de almohada.
    10. Navaja: Una navaja multiusos también puede ser útil. Algunas tienen pinzas, tijeras… No tiene que ser grande para que no pese demasiado.
  • Cosas opcionales: Si no llevamos estas cosas, que sea porque no queremos y no porque se nos han olvidado.
    1. Gorra para el sol y crema solar.
    2. Cuerda y cinta americana: Esto tiene multitud de aplicaciones y no es mucho peso. Imagina que se te rompe la suela de la zapatilla, o que se te raja la mochila. Con cinta americana puedes dar una solución aceptable.
    3. Papel higiénico.
    4. Pinzas de la ropa: Puedes usarlas para tender ropa mojada en tu mochila y que se seque por el camino. Si utilizas la pseudotienda explicada más arriba, puedes usar las pinzas para cerrar la entrada tanto como quieras, para que no entren ni frío ni mosquitos.
    5. Crema hidratante o de pies: Si no estás acostumbrado a andar con ese calzado, una crema hidratante al empezar a andar previene la aparición de ampollas.
    6. Silbato: Ante un posible accidente, es muy útil para ser localizado. También sirve un tubo pequeño tapado en un extremo.
    7. Kit de primeros auxilios: Es peso, pero puede resultar muy útil.
    8. Si vamos a una zona fría: cazo para calentar agua, manta térmica, ropa y calzado impermeable, ropa de abrigo…
  • Precauciones:
    1. Planifica la ruta aproximada y avisa de ello a alguien cercano indicando la hora de regreso aproximada. Puede ser útil saber las fuentes de agua por la zona y su calidad. Evita lugares demasiado masificados.
    2. Mira horarios de autobuses.
    3. Mira la previsión meteorológica.
    4. Cerciórate de que no hay peligros en esa zona.
    5. Busca el lugar para dormir bastante antes de que anochezca. No debe estar junto a lugares de paso o con gente a la vista. Intenta que el lugar sea solitario, plano y sin piedras cerca (ni grandes, ni pequeñas). Obviamente, esto no se puede conseguir siempre, pero si buscamos con tiempo no será complicado.
    6. Monta tu lugar de dormir antes de que anochezca pero cuando ya se ha metido el sol, y recoge todo al amanecer para no llamar la atención de nadie.
    7. Asegúrate de no dejar nada cuando te vayas. Cualquier cosa que dejemos olvidada podrá ser motivo para no obtener la estrella verde. Las estrellas verdes no son para los excesivamente despistados.

Vive tu estrella verde

Si de noche oyes ruidos, asoma la cabeza a ver si descubres quien los hace. Si tienes miedo, puedes hacer algún ruido para espantar a la fauna. En general, no tengas miedo de la fauna salvaje pues, salvo mosquitos y otros insectos, los demás animales tienen más miedo de ti que tú de ellos.

Las estrellas verdes no son para ansiarlas, coleccionarlas o presumir de ellas. Las estrellas verdes son para vivirlas, para crecer interiormente, para expandir nuestras experiencias y nuestra conciencia… Con las estrellas verdes todos conoceremos mejor una zona natural cerca de donde vivimos, de forma que nos sintamos más atraídos a conservarla, siguiendo aquello de «conocer para proteger«.

Si al pasar por el bosque o el campo te llevas alguna herida o alguna ampolla, ese será un bonito recuerdo de tu estrella verde. Intenta disfrutar siempre, hasta del dolor.

Nota final: Si realizas alguna experiencia de estrella verde, pon un comentario contándonos algo y tu valoración.

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Blogsostenible, un blog muy ecológico
Blogsostenible, un blog muy ecológico… pincha aquí arriba y lee algo… ¡a ver si te gusta!

14 comentarios sobre “Consigue estrellas verdes para ser mejor ecologista

  1. […] Hacia rutas salvajes (Into the Wild; Sean Penn, 2007): Christopher McCandless es un joven idealista, hippy e inadaptado. A principios de los años noventa, dona sus posesiones y sus ahorros a la beneficencia y abandona el mundo civilizado con rumbo a la salvaje Alaska con su mochila. Solo quiere entrar en contacto con la Naturaleza en soledad y descubrir el verdadero sentido de la vida. En su camino encuentra un autobús abandonado. La película es una adaptación del libro de Jon Krakauer, basado en las notas del diario de McCandless. ¿Es fácil sobrevivir en la naturaleza? ¿Qué se siente? Si te interesan esa preguntas, te gustará leer las estrellas verdes para ser mejor ecologista. […]

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  2. Todos los relatos de la categoría Basados en Hechos Reales cuentan hechos totalmente ciertos (salvo imprecisiones o fallos de memoria).

    En mi quinta estrella verde (2021), como en todas ellas, me ocurrieron tantas cosas magníficas que no se pueden contar en pocas palabras. Citaré solo tres que, aunque no son las más vivaces, sí creo que son las que más sorpresa pueden despertar, y las tres ocurrieron atravesando Churriana (Málaga).

    1. Andando por una zona de almacenes bajo un sol de justicia matutina, un hombre se dirigió a mí para invitarme a un refresco (de cuyo nombre no voy a hacer publicidad). Yo decliné la invitación con un: «No, gracias, es usted muy amable». No quise decirle que esos refrescos además de ser poco sanos tienen un altísimo impacto ambiental (huella de transportes, huella de plástico, huella hídrica…).

    2. Un poco después, descansando en un parquecillo, salió el camarero del bar de al lado para ofrecerme una botella de agua. La rechacé de la misma forma, alegando que tenía agua. Tampoco quise decirle que prefería beber agua más bien calentona, que agua fresca plastificada. A pesar de que estas invitaciones no eran muy respetuosas con el planeta, demuestran el buen corazón del ser humano, dispuesto a ayudar a un desconocido, sin que se le pida ayuda. Nos falta hacia el planeta la misma empatía que tenemos hacia los humanos.

    3. Descansando bajo un árbol, escucho a una mujer a lo lejos decir… «no suelto al perro, porque está aquel chaval allí». ¿Chaval? ¿Con casi 51 años soy un chaval? Está claro que la mujer, por algún motivo, descartó que un cincuentón pueda ser mochilero.

    Aprovecho para resaltar que este es uno de los relatos del libro publicado «Relatos Ecoanimalistas«, y que os agradecemos mucho que difundáis tanto el libro como este relato. GRACIAS.

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